Poso Wells
p. mairal
Así como existe el espacio real, existe también el espacio literario. Ciudades hechas de sitáxis, de párrafos, capítulos y tramas. La oscuridad de Guayaquil que muestra Gabriela Alemán en su novela Poso Wells, parece surgir del sedimento (el poso) del cuento de Wells El país de los ciegos ambientado en Los Andes ecuatorianos. La novela continúa ese mito, el resabio de ese mito, y hace aflorar del fondo lo monstruoso latinoamericano, a través de lo grotesco, la fantasía desaforada, el comic.
Hay que seguirle el ritmo a Gabriela Alemán. En Bogotá, entre mojitos y canelazos, yo la vi bailar. Era de las mejores bailarinas. Vi que de pronto en su baile armónico hacía un quiebre como desarticulándose, como cayéndose de espaldas y no se caía, seguía bailando. Por momentos escribe así, hace algo inesperado, desarticula, se arroja al vacío, y uno piensa “pero te vas a ir al carajo si hacés eso” y no, todo encaja, cae en su sitio, fluye, sigue narrando.
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Palabras que me llamaron la atención:
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Le agradezco a Gabriela Alemán que respondió las siguientes preguntas especialmente para este blog:
Creo, sin ser muy conciente de ello, que hay una veta subterránea ahí. Entre lo que escribo y una cierta tradición de la literatura inglesa. En Poso (como sedimentos de lecturas que quedaron) hay algo que va desde los “Canterbury Tales” de Chaucer y que cruza a Sterne con “Tristram Shandy” y Swift con “Gulliver’s Travels”. Relatos de vida, de viajeros, permeados de sátira y absurdo. Una línea, que por lo demás, está conectada con Monty Python y esa gran y descomunal película que es “Brazil” de Terrry Gilliam. Eso por un lado. Por otro están, seguro que están ahí, las lecturas de adolescencia de P.G.Wodehouse y Dickens. El humor y una crítica a las clases altas que marcan la caracterización de los personajes de ambos. Y luego la genialidad de Dickens con sus novelas seriales y las técnicas del folletín que desarrolló. También aparecen las lecturas de Yeats, del aristocrático y apocalíptico Yeats, y sus teorías místicas con los ciegos de Wells y los de sus descendientes ecuatorianos en Poso: “Things fall apart; the centre cannot hold…”. Algo que está a punto de reventar, pero que no es lo mismo que imaginaba Yeats. Y, por último, esa figura elusiva de H.G. Wells en el mundo ecuatoriano. La novella “En el país de los ciegos” que Wells sitúa en Ecuador; “La Isla del Dr. Monreau”, si uno siguiera las indicaciones geográficas de la ubicación de la isla, con un compás en mano, no se encontraría muy lejos de las ecuatorianas Islas Galápagos y por último “La Guerra de los Mundos”, que once años después de la dramatización del otro Wells (Orson) en NY, creó un pánico similar en 1949 en Quito. ¿Obsesión personal? No sé, quizá, pero demasiadas coincidencias para no fijarse en ellas.
Hay algo del comic o del cine en la novela. ¿Cuál es tu relación con esos géneros?
¿El cómic? Es un medio que disfruto enormemente y que está ligado tanto a la literatura como al cine pero es, a su vez, independiente de ellos. Es un mundo contenido en imágenes donde existe una complicidad enorme con el y la lectora. ¿Qué piensa alguien entre cuadro y cuadro? ¿Qué vacíos hay que llenar para entender una historia fragmentada?
Pienso que uno de los grandes narradores del siglo XX y XXI es Neil Gaiman y sus novelas gráficas de la serie “Sandman” están entre lo mejor que ha dado la literatura fantástica de cualquier época.