El subrayador – en Chile
Ya está en librerías de Chile mi libro El subrayador (publicado en Argentina como El equilibrio). Lo sacó la editorial Laurel. Va la contratapa del gran Zambra:
«Si uno diluye un buen poema en un litro de agua consigue un cuento
regular», dice en este libro Pedro Mairal, y enseguida agrega, sin
ironía: «Si uno diluye ese cuento en diez litros de agua, consigue
una novela innecesaria». Hay que decir que Mairal ha escrito cuentos
formidables y novelas muy necesarias, pero en estas columnas
prevalece la mirada del poeta: cierto desdén por el tremendismo, la
palabrería, la alharaca. El adjetivo que me viene a la cabeza para
describir su tono es bonhomía, que el diccionario de los
españoles define como afabilidad, sencillez, bondad y honradez. Algo
de todo eso hay en El subrayador, aunque estoy seguro de que
Mairal encontraría una palabra menos resbalosa, pues, como dice por
ahí, «al final lo que importa es la lengua que usa la gente para
escribir en las paredes del baño».
Hay en estas páginas, desde luego, mucho humor, casi siempre de ese
que surge sin buscarlo, cuando la escritura, venturosamente, se
vuelve un modo de prolongar las conversaciones solitarias. El
subrayador es un libro sobre alguien a quien se le ocurren poemas
en el colectivo y cuentos cuando anda en taxi, alguien que quizás
hacia el final de alguna caminata arma estas columnas susurrantes y
medio milagrosas.
que surge sin buscarlo, cuando la escritura, venturosamente, se
vuelve un modo de prolongar las conversaciones solitarias. El
subrayador es un libro sobre alguien a quien se le ocurren poemas
en el colectivo y cuentos cuando anda en taxi, alguien que quizás
hacia el final de alguna caminata arma estas columnas susurrantes y
medio milagrosas.
Los temas son deliciosamente misceláneos: la paternidad, los
demasiados libros, los conflictos vocacionales, los trajines del amor
y la amistad, y sobre todo el deseo de aprender, de pronto, un poco
más sobre el mundo. No creo que sea posible aludir a este libro sin
pronunciar, aunque sea a la pasada, la palabra sabiduría.
demasiados libros, los conflictos vocacionales, los trajines del amor
y la amistad, y sobre todo el deseo de aprender, de pronto, un poco
más sobre el mundo. No creo que sea posible aludir a este libro sin
pronunciar, aunque sea a la pasada, la palabra sabiduría.
Yo no diría que Mairal vive para narrar: en algún momento, después
de vivir intensa y silenciosamente, después de absorber, de calar
sin pausas ni prisas el presente, Mairal decide narrar, y lo
hace con tanta precisión, tan perfectamente adentrado en la
experiencia, que es difícil no creerle; no creerle todo, digo.
de vivir intensa y silenciosamente, después de absorber, de calar
sin pausas ni prisas el presente, Mairal decide narrar, y lo
hace con tanta precisión, tan perfectamente adentrado en la
experiencia, que es difícil no creerle; no creerle todo, digo.
Alejandro
Zambra
Zambra
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